domingo, 24 de octubre de 2010

Los golpes militares de 1992 en Venezuela


// Análisis y posiciones de los anarquistas venezolanos expuestos en CORREO A

 I.- _Editoríal_ (CORREO A, # 18, marzo 1992)

La oposición al actual gobierno, no solo en el terreno económico sino también en lo político, moral y social, ha tenido una dramática manifestación: la rebelión de parte de las Fuerzas Armadas, soporte del sistema, ese mismo ejército que el 27 de febrero de 1989 dio la cara por el Estado y las balas para el pueblo.

El descontento contra Carlos Andrés Pérez, los políticos, los banqueros y su proyecto es de tal magnitud, que ha generado un apoyo sentimental a la asonada del 4/F, lo cual es un peligroso retroceso en la conducta política general. Si la infame gestión que en tres años nos ha llevado a las peores condiciones  de alimentación, salud, educación, seguridad personal, vivienda y servicios de toda la era democrática significa estar al borde del abismo, un gobierno militar es dar un salto al vacío. Decimos al vacío porque no sabemos que proponían, ni se interesaron en hacerlo conocer, y tampoco estuvo militarmente claro el desarrollo de la acción. Insistimos en que no se trata de hechos en los que el pueblo descontento usó como último recurso a su brazo armado para corregir una insoportable situación, sino que un grupo militar utilizó el descontento popular para tratar de hacerse con el poder. Fue un alzamiento de contenido hueco, al que todos han querido rellenar con aspiraciones que hoy nadie atiende, dada la sordera - que se confunde con desprecio - del cogollo gobernante.

En la historia lejana y reciente de América Latina el ejército ha sido sin ninguna duda el guardián del Estado. Jamás los profetas uniformados han traído otra cosa que represión sangrienta, recambio pero no eliminación de la corrupción, atraso cultural, retroceso económico para las mayorías, anulación de la dignidad y la “libertad e igualdad” propias de los cuarteles. Apoyar un golpe es renunciar al derecho colectivo de actuar sobre nuestro destino.

Hay una sola ruta para la construcción positiva del porvenir: AUTOGESTIÓN en todos los niveles de la vida cotidiana, vía que con dolor y esperanza los venezolanos hemos empezado a recorrer en el proceso de luchas sociales iniciado el 27/F/89. Es con acción directa, sin jerarquías ni verticalismos, a veces no todo lo rápido que sería deseable pero siempre sin desmayos, así ganaremos la necesaria confianza en nosotros, levantando con errores y aciertos el nuevo edificio que habremos elegido habitar. Ningún auto-designado “Salvador de la Patria” puede ejercer ese derecho en nuestro nombre.

   ¡EL FUTURO SE CONSTRUYE, NADIE LO REGALA!

   ¡POR AHORA ... y por siempre, LA AUTOGESTIÓN ES EL CAMINO!

Colectivo Círculo A

 II.- _Así, de Golpe, NO_

Otra vez febrero ha sido testigo de acontecimientos que evidencian el enorme descontento frente al actual gobierno, y que un grupo de militares ha tomado como bandera para su insurgencia. Sin embargo, discrepamos del entusiasmo que en muchos ha despertado el intento de Chávez. Por el contrario, pensamos que no puede ser solución alguna para nuestros problemas sino el camino para un franco deterioro de la situación. Tenemos razones para esto y las expondremos a continuación:

- Como anarquistas descreemos que cualquier medio es bueno para lograr un fin, por mas deseable que sea el fin. Si perseguimos la destrucción de toda estructura de poder instituida, no es un medio adecuado utilizar para ello el enfrentamiento entre dos sectores de esa estructura. Ello solo puede significar un “quítate tu para ponerme yo” que soy mas fuerte; en consecuencia la estructura de poder se consolida.

- Es falso que todo enemigo de mi enemigo sea mi amigo. La simpatía por los golpistas carece de fundamento ya que no sabemos que se proponían, ni como lo iban a lograr, ni se interesaron en hacerlo conocer. Mas de un entusiasta del golpe lloró por años el apoyo ciego a Videla o a Pinochet.

- El desinterés en dar a conocer sus lineamientos hace pensar que no los tenían, lo que es dramático, o, si los tenían, no quisieron darlos a conocer. Algo similar hizo C. A. Pérez en su campaña electoral: nunca dijo lo que iba a hacer, porque si lo decía no lo apoyaba nadie. En cuanto a luchar contra la corrupción y seguir a Bolívar, eso lo dice acá todo el mundo. Hasta Piñerúa al asumir de Ministro, y lleva años codeándose con los 40 ladrones del cogollo de AD. El único argumento que explica el golpe es que como protestamos, ellos aprovecharon la protesta para tratar de hacerse con el mando. Pero de aquí a que coincidan con nosotros, hay un trecho largo que recorrer.

- Todo golpe militar es de moral muy dudosa. Las Fuerzas Armadas en nuestros países no son soportes ni defensores del pueblo, sino guardianes de los intereses de la dominación. Esta no es la milicia de Bolívar o Zamora, sus verdaderos padres son Gómez y la misión militar yanki. A ellos les dan las armas para que nos tengan en línea, como mostraron el 27/F. Luego, volverse contra sus amos, es una deslealtad inicial con la clase que los mantiene. Tampoco se justifica que lo hagan en nuestro nombre, porque nosotros no se lo pedimos, ni nos consultaron y menos queremos que se escuden en ello para amparar sus ambiciones de poder.

- Si la historia nos muestra algo es que ningún golpe militar en America Latina ha traído otra cosa que represión sangrienta, anulación del desarrollo cultural, miseria económica, desatada corrupción, militarización de la vida cotidiana. En fin, pretender hacer de la vida un cuartel, que no es por cierto el mejor modo de vida que podamos imaginarnos. Un militar es un profesional de la muerte y la única sociedad que puede organizar es una en la que la muerte, y el miedo a la muerte, domine a la vida y la alegría de vivirla.

- El mundo occidental, y nosotros de alguna manera con él, avanza al reconocimiento de la pluralidad, del derecho a disentir o a apoyar, de protección de las minorías, de abandonar lo dogmático en favor de los consensos libres. Un golpe militar, encabezado por quienes de autodefinen interpretes de confusos valores, elegidos por Dios o por la Historia no se sabe por qué, solo puede representar la instauración de la jerarquía, de la organización vertical, de las soluciones ya dadas, de anular la discrepancia, de ponerse todos en fila so pena de ser castigados. Una sociedad tal es un anacronismo, es salirse del tiempo presente para entrar en un pasado remoto, es preferir obedecer que pensar, escoger el orden del Cementerio del Este frente al vital caos de Playa Pantaleta.

- Si los que gobiernan actualmente han mostrado un desprecio total por nuestro sentir  y nuestra opinión, los golpistas no parecen ser muy diferentes. Hablaron cuando se vieron convertidos en héroes por el sentimiento colectivo. Entonces balbucearon tres o cuatro frases efectistas que cualquier niño de primaria ya escuchó cientos de veces: Bolívar, la corrupción, el sufrimiento popular. Parece que el 27/F ellos andaban en la Cochinchina y no se enteraron de que estábamos protestando. Porque dicen que cuando dispararon a matar recién se dieron cuenta que el blanco era el pueblo venezolano. Y tardaron 2 o mas años en organizar un golpe tan mal dado, donde uno de los objetivos era ...La Casona; que no pudieron tomar Miraflores; que no ocuparon ninguna televisora o radio en operación; que por no tomar Miraflores tuvieron que “devolver” Valencia y Maracaibo. Entonces, si no saben hacer aquello para lo que llevan 20 años de estudio y práctica, que se puede esperar al tener en sus manos asuntos de los que no sepan ni jota, como discutir el contrato colectivo de los gremios de la Salud, o desenmarañar la charada monetarista que está montada en el Banco Central.

Los socialistas libertarios repudiamos por completo a esta partidocracia asquerosa. Ni siquiera estamos de acuerdo con la democracia representativa burguesa. Somos ácratas, estamos contra todo tipo de gobierno o poder instituido. Somos anarquistas, estamos contra todo el que nos quiera imponer un principio desde el cual tener una dada visión del mundo. Los políticos de partido y los militares representan todo aquello contra lo cual nos levantamos: el gobierno, la jerarquía, el orden impuesto, la ausencia de libertad, la anulación y desprecio por el individuo. No queremos mesías uniformados que pretendan representarnos intentando reemplazar a los representantes elegidos por el voto. No queremos “representantes”, sino que deseamos que nuestro futuro sea el que nosotros edifiquemos directamente.

Pedro Pablo
(CORREO A, # 18, pp. 8-9; marzo 1992)


III.- _Golpe, Mentiras y Video

Como los Monos Sabios de la mitología hindú, la estructura de poder en Venezuela se empeña en mantenerse - y pretende mantenernos - sin ver, sin oír y sin hablar ante las circunstancias reales del actual cuadro sociopolítico. Esa testarudez es la mas patente prueba de la severidad de los conflictos en que hoy naufraga un sistema político que pretende sobrevivir confiado en su inagotable capacidad de autoengañarse, aun en medio de la mas severa crisis en 34 años de vida del régimen.

El pasado 27 de noviembre unos y otros se empecinaron en intoxicarnos con su cuento. Los alzados otra vez asumieron que el mesianismo militar es la única salida válida para responder al descontento y la protesta, siendo el pueblo una especie de Bella Durmiente a la espera de su Príncipe Verde Oliva, con varita mágica de TV y cabalgando en un bombardero Bronco; ahora quisieron movilizarnos por decreto al que nos negamos la mayoría, no por apoyo a la cleptocracia de Pérez y compañía, sino porque nos pedían intervenir en una pelea ajena, como ya lo había sido el 4/F. El gobierno, sus sanguijuelas empresariales, el alto mando militar y los aparatos político-partidistas ripostaron con la aturdida vehemencia del que carece de razones: por una parte con la saña represiva mas salvaje (asesinatos a mansalva en la calle, masacre masiva de presos en el Reten de Catia, allanamientos vandálicos a la Universidad Central, la U. de Carabobo y la U. de Oriente, detención de cientos de opositores civiles en nada ligados al golpe, agresión directa y chantaje a medios de difusión que no se plegaron servilmente a la versión oficial, etc.); por la otra, con una frenética ofensiva de propaganda y manipulación informativa para descalificar como subversivo y criminal a todo adversario o critico medianamente incisivo, sin ofrecer en su descargo mas que cínica hipocresía.

Dentro de esa ofensiva, se trato de convertir el fracaso de la asonada en remedio milagroso que salvara a las mustias elecciones locales y regionales del 6 de diciembre. Partidos, gobierno, gremios empresariales y demás pandilla en el poder se empeñaron con furor en hacer de los comicios “la ocasión para demostrar la indudable legitimidad del sistema democrático”. Nunca habíamos sufrido los venezolanos tanta presión para votar, pues la participación electoral se nos presentó como asunto de extrema urgencia para la supervivencia de la democracia a corto y mediano plazo.

¡...Y tuvieron éxito!, convencieron a la gente de lo importante que eran estas elecciones, así que en reacción a la campaña desatada y enterados por ella del valor negador de su gesto, casi el 60% de los potenciales votantes del país de nuevo se abstuvieron y le pintaron una paloma histórica a la democracia representativa criolla. Respecto a la minoría que fue a las urnas y lo que allí resultó, se hizo ver que todo lo cacareado sobre uninominalidad, pulcritud electoral y perfeccionamiento democrático era pura paja. Funcionaron las clásicas recetas del voto por (y contra) los partidos como elemento clave de los resultados, como han insistido en recordarlo las propias maquinarías políticas. Así mismo se evidenciaron desfachatadamente las mil y una mañas de la delincuencia electoral, perfeccionadas en mas de tres décadas de practica, y ahora extremadas por las necesidades de un momento crítico, donde los gangsters emboscados en AD y COPEI saben que mas vale tesoro público conocido que oposición por conocer. Finalmente, están los reflejos condicionados post-electorales de partidos y demás factores de poder, demostrando en dichos y hechos que nada esencial puede o debe cambiar.

No obstante, la crisis va a seguir profundizándose en todas sus dimensiones. Los conflictos del momento son demasiado graves para pronosticar un 1993 menos movido que 1992. En este marco, las alternativas consecuentemente populares son aún débiles, pero en un país de masiva abstención, cacerolazos, 27/F y tantas manifestaciones de desarrollo de la conciencia y la acción colectivas, seguimos afirmando como mas urgente que nunca avanzar hacía la “imposible” utopía autogestionaría para derrotar un presente intolerable.

Armando Vergueiro
(CORREO A, # 21, p. 3; enero 1993)


 IV.- _4/F à 27/N à 6/D_

El 4/F tomamos clara posición respecto al golpe de Estado. El nuevo intento del 27/N nos permite reafirmar lo dicho. Dos grupos enfrentados por el dominio de la estructura del poder y valiéndose de la fuerza de que disponen, han medido una vez mas sus respectivas posibilidades.

Sin duda que los nuevos golpistas han mostrado una cara mucho menos romántica que la de Chávez, pero igualmente inepta. Con un encarnizamiento digno de mejores causas hemos tenido un verdadero baño de sangre, una enorme destrucción de bienes y nada de ello pareció tener algún sentido. Porque uno se pregunta ¿Para qué los bombardeos si nadie en tierra apoyaba a la aviación? Si había apoyo, ¿dónde se quedo? ¿O esperaban que la gente se constituyera en sus escudos humanos frente a la represión?

Claro que en materia de ser violentos, las fuerzas leales a Pérez (¡aquí ninguno era leal a los venezolanos!) no se quedaron atrás. ¿Quiénes destrozaron el canal 8, los rebeldes o los que lo retomaron? Porque unos y otros actuaron allí como mercenarios de la televisión privada. Y en el Retén de Catia, ¿no fue eso un asesinato en masa ejecutado por las “fuerzas del orden”? Y en la Universidad Central, ¿por qué destrozaron bibliotecas, laboratorios, arruinaron experimentos, robaron equipos y destruyeron material docente y archivos?

A pesar de la embestida psicológica desatada contra la población tratando de presentar a los insurgentes como asesinos y traidores, todo señala que se trata de oficiales de alto predicamento dentro de las Fuerzas Armadas, respetados por subordinados y pares. También parece claro que los móviles del alzamiento serían resentimientos y enconos personales mas que llevar adelante un proyecto coherente y coordinado. El apoyo civil, que lo hubo tanto en la preparación como en la acción, también estaba fundado en grupos de vocación vanguardista, desconectados de los sentimientos y aspiraciones de la población en general.

¿Habrá otro intento de golpe? Todo puede ser. Cuando la actividad política se reduce a una pugna por el poder de bandas de delincuentes que rodean a uno u otro individuo, no siempre de cabeza lúcida o bien cultivada, el camino está abierto para el choque violento. La escena política es un combate entre eduardistas, calderistas, lusinchistas, perecistas (¡si queda alguno fuera del FMI!), herreristas, etc. Los habitantes de este país no cuentan, a menos que les toque ser uno de los 1.500 de la encuesta de turno.

   Este cuadro se agrava cuando sufrimos un singular “paquete” económico que le da a Venezuela una de las tasas de crecimiento mas altas del mundo (10%  de incremento del PIB en 1992 según cifras oficiales), simultáneamente con un empobrecimiento de la mayoría de la población. Según el Banco Central, el 68% de las familias recibe un ingreso mensual menor de 200 dólares, con 48% por debajo de 130 dólares, cuando el costo de la canasta básica de bienes y servicios para este momento está en poco mas de 190 dólares. Entonces, o los datos del crecimiento son falsos, o inflados por el dinero del narcotráfico, o las ganancias están represadas en una fracción minúscula que no supera las 200.000 personas de los casi 20 millones que somos.

Frente a este panorama y en vista de un 60% de abstención electoral, parece que vamos en camino de reafirmar que la solución está en no delegar poder en políticos corruptos ni en militares mesíanicos. Solo tomando los asuntos en nuestras propias manos podremos superar la miseria y la injusticia. Solo apoyados en la solidaridad superaremos la violencia que limita nuestra libertad.

Agustín Tomás
(CORREO A, # 21, p. 5; enero 1993)

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