domingo, 24 de octubre de 2010

Evocación y vigencia del Primero de Mayo


Un siglo de jornadas laborales de 8 horas ha influido para hacernos creer que estas han sido algo natural o dado por el Estado y los patronos. Esta creencia hace difícil imaginar las condiciones de vida de un trabajador hace 100 años, con 10 o 12 horas de trabajo, con niños y mujeres trabajando tan arduamente como el, con un hogar precario y en condiciones totalmente adversas a todo desarrollo del espíritu y de una civilización humanos. La mayoría aún desconoce que la conquista de las 8 horas fue el resultado de una revolución de trabajadores, quienes concentraron esfuerzos como pocas veces se ha visto para generar ideas, hechos y acciones que aún hoy son mal conocidos, tergiversados y sobre todo muy poco investigados. Las mas de las veces para condescender en la discusión se les tacha de “utopías”, “condiciones ideales”, “perfeccionismo abstracto”, es decir, algo imposible de realizar por los hombres.

Paralelamente a este desconocimiento, tenemos que cada Primero de Mayo se celebra en la manera mas mecánica y evasiva posible. Los responsables sindicales sacan a sus electores mas allegados a la calle con el fin de hacer un desfile como saludo a la bandera, en donde cuando mucho se vocifera contra el gobierno o los patronos, y hasta se les da las gracias a nuestros explotadores si nos han hecho el favor de aumentarnos el salario. En cuanto al recordatorio de los revolucionarios de Chicago, sus retratos van de ultimo y la imagen que se pretende hacer de ellos es mas o menos aquella de los dirigentes sindicales que tenemos hoy. Esta pésima tradición ha hecho también una representación aséptica y extraterrena, por no decir sublime, de los luchadores de Chicago. Se los ha transformado en “santos “o “apóstoles”, que es el equivalente camuflado de mártires. Todo esto nos lleva a eludir de plano la posibilidad de percibir la extraordinaria riqueza moral y anímica con la que intentaron darle sentido a sus vidas.

Es necesario decir también que el Estado ha colaborado permanentemente, manipulando todos los medios posibles para que esta cuota de olvido y confusión se amplíe e impida todo cuestionamiento a su función. De allí que resulte extraño pero explicable que a medida que asistimos a mas conmemoraciones del 1ro. de Mayo sea mas difícil oír hablar de cosas importantes para nosotros los trabajadores. Por esa carencia es que estas líneas, sin pretender ser dogmáticas, quieren provocar la conversación sobre lo que no se dice, sobre las cosas importantes que interesaron a nuestros ancestros de Chicago.

Por ejemplo, se invoca la unidad de los trabajadores de Chicago pero se deja enteramente de lado el motivo que galvanizó dicha unión: la rebelión, como acto de voluntad política de los oprimidos. Rebelión poderosa y sostenida que se nutrió de las ideas mas avanzadas y que no se estancó en la sola conquista de carácter inmediato, sino que unificó un conjunto de intereses que jamás han sido superados como aspiraciones por revolución alguna (incluyendo la soviética): las condiciones laborales, las condiciones de la mujer y la infancia, las condiciones culturales, etc. !Que contraste de objetivos frente a los esfuerzos del Estado por crear el infierno de Haymarket!

Entre otras cosas importantes está la necesidad de establecer la verdad aun a costa de la vida. El pragmatismo de hoy pregona que la verdad consiste en el éxito individual, no importa si para ello se deba guardar silencio o ser cómplice. August Spies, en el juicio que se le seguía, establecía claramente que estaba dispuesto a pagar con su vida el precio de la verdad que significaba denunciar el amañamiento contra él y sus compañeros, denunciar a los verdaderos conspiradores: Bonfield, Thompson, Gillmer y Grinnel como ciegos instrumentos del Estado opresor. Esto fue claramente comprobado en 1893 cuando el nuevo gobernador de Illinois Altgeld y el juez Eberhardt establecieron que los ajusticiados no eran culpables de ningún crimen, por el contrario se comprobó que el procurador de ese entonces había arreglado al jurado y las pruebas concernientes. estos nuevos funcionarios declararon que un “error judicial” había llevado al patíbulo a esos luchadores sociales.

Spies lo había dicho: “Nuestro crimen ha consistido en explicarle al pueblo sus condiciones y relaciones sociales... hemos probado hasta la saciedad que el sistema del salario es la causa de todas las desigualdades... pero este sistema debería dar paso a formas mas elevadas de civilización... la fundación de un sistema cooperativo universal. Que tal sistema es el socialismo de una sociedad de soberanos en que la libertad y la igualdad económica de todos producirán un equilibrio estable como base y condición del orden natural”. Por el contrario, el Estado hace suya la teoría del equilibrio a base de la injusticia y la opresión sistematizados que se expresan en la ley, coaccionando permanentemente y alienando al ciudadano de sus capacidades originarías, traspasando para si toda iniciativa importante dentro del marco de una “legalidad” históricamente amañada. Esa misma ley la denunciaba Michael Schwab: “Todos los días se cometen asesinatos; los niños son sacrificados inhumanamente, las mujeres perecen a fuerza de trabajar y los hombres mueren lentamente consumidos por sus rudas faenas, y no hemos visto jamás que las leyes castiguen estos crímenes”. Spies corroboraba también diciendo: “Yo creo como Burke, como Paine, como Jefferson, como Emerson y Spencer que esta bárbara forma de organización social, con sus robos y asesinatos legales está próxima a desaparecer y dejara paso a una sociedad libre, a la asociación voluntaria o a la hermandad universal.” Es necesario advertir, a diferencia de lo que hoy sucede en las organizaciones políticas, la constante referencia a la soberanía y decisión de todos los trabajadores para generar todo pensamiento y acción auténticamente social. La justicia lo es, si es justicia de todos.

Vemos que detrás del planteamiento de las 8 horas, que es lo que mas se resalta, estaba un mundo verdaderamente nuevo, que es lo que no se menciona, y esta novedad no era pasajera, formal ni intrascendente como actualmente priva en las mentalidades políticas que intentan vestir a la mona de seda. Esta novedad era la realización del Socialismo Libertario o Anarquía, llevado a la practica por hombres de verdadero sentido humanista y para quienes las realizaciones no tenían nacionalidad ni patria. El internacionalismo ejemplar de los asesinados de Chicago es otra de las cosas que se eluden. “La cuestión social es una cuestión tanto europea como norteamericana” decía Spies. El mismo origen de estos luchadores muestra hasta que punto los trabajadores de Inglaterra, Alemania y Estados Unidos habían emprendido la larga lucha contra la ignorancia y el despotismo al comprender que lo segundo era consecuencia de la primera. Hobbes ya lo declaraba afirmando que “la falta de ciencia, es decir la ignorancia de las causas, dispone o mas bien constriñe a un hombre a fiarse de la opinión y autoridad de otros”. Es la imagen Orwellíana (en la novela “Rebelión en la Granja”) del noble Boxer confiado en la sabiduría de Squaler, quien interpreta todo “coincidencialmente” a favor de Napoleón, el porcino autoritario de la granja que vive protegido por una guardia pretoriana de perros.

Hoy, a mas de 100 años del vil homicidio de esos valiosos seres humanos, se impone continuar la lucha para completar la utopía emprendida por ellos, por ejemplo por la reducción de la jornada laboral a 6 horas, ya que el adelanto tecnológico así lo permite perfectamente. Pero sin disminuir los salarios - mas bien aumentándolos -, asegurándose que el tiempo libre y la mayor disponibilidad material redunde en la ampliación del conocimiento de las cosas, que se concrete la formación educativa libre en beneficio de una mayor soberanía individual y colectiva. Que no sea ni el Estado, ni las empresas privadas quienes se favorezcan con las medidas que aseguren la sociabilidad y la libertad. En palabras de Hobbes, que esta libertad y socialismo no vaya a constreñir nuevamente a fiarse de la opinión y autoridad de otros. Juntos y por esta vía abierta por nuestros verdaderos compañeros de Chicago, podremos derrotar a los Squalers y así Napoleón no tendrá sentido.

Estas son algunas de las cosas importantes que en un Primero de Mayo podríamos evocar. Creemos que Engel, Fielden, Fischer, Lingg, Parsons y Schwab se sentirían orgullosos de saber que sus preocupaciones y esfuerzos no fueron ni serán nunca en vano.

J . R .
(Correo A # 4, p. 6-7; mayo 1988)

No hay comentarios:

Publicar un comentario