Pietro Gori, anarquista italiano (1865-1911)
Nosotros luchamos por la igualdad ante todo, por la verdadera y propia igualdad, no por aquella mentira escrita en las cárceles de las monarquías o en los muros de la Francia republicana.
Nosotros queremos que todo pertenezca a todos; queremos que las máquinas sean propiedad de los obreros que las hacen producir y que sean expropiadas a los actuales patronos, que se enriquecen a costa de las fatigas de los trabajadores.
Queremos que la tierra, hoy en poder de los viciosos propietarios, que viven en la ciudad en medio del lujo y en plena orgía, sea entregada al campesino que la cultiva y la hace fructificar.
Queremos, en una palabra, que todos los instrumentos del trabajo sean poseídos por los trabajadores libremente asociados y que todos los productos naturales y artificiales de la riqueza sean declarados propiedad de todos. Por esto nos declaramos comunistas. Y desengañamos a todos los guiados por el egoísmo a que nos demuestren como la verdadera igualdad es posible sin el comunismo que sintetiza el deber y el haber entre el individuo y la sociedad con la vieja e insuperable formula: de cada uno según sus fuerzas y a cada uno según sus necesidades.
Pero sin completa libertad no es posible la igualdad completa, como sin verdadera igualdad no es concebible la verdadera y propia libertad. El que no posee es esclavo del que posee. Y como no es posible efectuar la igualdad sin suprimir a los patronos, desposeyéndoles de todo lo que injustamente detentan, tampoco es posible reivindicar la libertad sin eliminar a los gobernantes, aboliendo todo gobierno, que es el privilegio político donde descansa la explotación del hombre por el hombre. Ni amos ni asalariados; ni gobernantes ni gobernados. Todos iguales en la libertad; todos libres en la igualdad.
Sin propiedad privada, que equivale a decir sin amos y, por consecuencia, sin la explotación económica, todos los individuos serán económicamente iguales, y esto es el comunismo o propiedad común de todas las cosas.
Sin gobierno, sin autoridad del hombre sobre el hombre, sin la violencia moral de leyes antinaturales, sin policías y sin burocracia, todos los hombres serán libres políticamente; esto es, cada individuo tendrá la exclusiva y plena soberanía sobre si mismo y no encontrará quien le impida cooperar al bien colectivo y podrá obrar espontáneamente según lo reclamen sus intereses individuales, existiendo completa armonía en los intereses de todos. Esta libertad es la Anarquía , libertad de la libertad. Somos por todo esto comunistas anarquistas, porque queremos ser verdaderamente libres y completamente iguales.
Porque queremos la liberación de todos los oprimidos, porque amamos vivamente a nuestras madres, a nuestras hijas, a nuestras hermanas, a las compañeras de nuestra vida y de nuestros dolores, llamamos a la mujer doblemente esclava, del patrono y del macho. ¡Venid a nosotros y peleemos juntos por la redención de todas las miserias, para que entre vosotras no impere la infelicidad!
Nosotros queremos purificar la unión sexual y nada mas. Hacerla desinteresada con la abolición de la propiedad, causa principal de todos los bajos cálculos de interés; hacerla libre, haciendo desaparecer todas las cadenas, morales o materiales, que se opongan al espontáneo y natural desarrollo de todas sus manifestaciones.
Los gobiernos y negreros capitalistas, para mejor dominar, se afanan en suscitar odios fratricidas entre los pueblos, y estos nunca comprenden el juego insidioso que con su sangre hacen todos los potentados y patrioteros. Los trabajadores empiezan ya a entender que sus enemigos no están mas allá de esta o aquella frontera, sino que están en todos los países, en todas las patrias: sus mismos gobernantes y patronos. Sólo una alianza internacional de los explotados y los oprimidos de todas las patrias, en abierta rebeldía contra la coligación de los gobiernos y del capitalismo, derrocará todo ese viejo orden social a base de privilegios, opresiones y tiranías, instaurando en toda la tierra una nueva era de amor y bienestar para todos los hombres iguales y libres. Por estas razones, los comunistas anarquistas se declaran internacionalistas.
Pero toda esta renovación sustancial y profunda de la sociedad humana, solo es posible merced a una violenta insurrección del pueblo contra la violencia legal de los actuales privilegios económicos y políticos. Aquí parte la necesidad de una revolución social. Y por esto nosotros somos antilegalitarios y revolucionarios.
Y tú, viejo pueblo trabajador, confórtanos en nuestra humilde y solitaria obra, con el rugido del león que afila las garras para entrar en pelea; que aun en el furor de la batalla oirás como, hiriendo el espacio, surge de los pechos de los luchadores este grito, que es un signo de fraternidad y amor: ¡Viva la humanidad libre!
(Correo A # 26, p.19; septiembre 1994)
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