martes, 26 de octubre de 2010

Editorial # 28


(Correo A # 28, p. 2; noviembre 1995)

Siempre los aniversarios son buenos para un balance y aquí no haremos la excepción, tras un año cuando publicamos apenas dos números debido a los apremios económicos que nos acogotan, como al resto de ese 95% de víctimas de los aprendices de brujo del neoliberalismo nativo; pues como suele suceder, el Estado y los poderosos no sólo han confirmado los peores pronósticos sobre su desempeño, sino que la han puesto todavía más grande.

La desorientación del poder para todo lo que tenga que ver con los intereses reales de la mayoría es patente en el plano político, con un gobierno tan corrupto e incapaz como todos y como parece pautar algún ignoto arcano de la Constitución Nacional, una oposición parlamentaria mediocre hasta el ridículo, y donde las elecciones del venidero 3 de diciembre [de 1995] son - en su justificación y preparativos - y serán - en su fraudulenta realización y escuálida concurrencia - evidencia clara de la quiebra de esta burlesca democracia. Ya nadie se preocupa por disimular la incompetencia de la dominación y sus representantes, incapaces de esbozar soluciones estratégicas a los problemas colectivos que no sean las gastadas cartillas del populismo, el estatismo o el Fondo Monetario Internacional. Hasta es de buen tono presumir de esa carencia porque “ya no existen izquierdas y derechas, solo eficientes e ineficientes”, o porque así debe “constituirse lo político en la postmodernidad”, repitiendo como loros la verborrea de asesores bien remunerados, expertos en escupir sin masticar las modas del discurso teórico.

Precisamente lo negativo de las circunstancias presentes y del inmediato porvenir hacen que persistamos y volvamos a la carga, en la hechura de ese camino alternativo que en cada número vamos construyendo con nuestros lectores. Decimos esto porque esta revista es mucho más que el esfuerzo del colectivo responsable. Es que nos lean y discutan un grupo de obreros en Valencia o de estudiantes en Maracaibo; es que a La Guaira o al Amazonas lleguen fotocopias de nuestras páginas; es que un artículo se escriba desde un Taller de trabajo cultural, otro se idee en una cocina y un tercero se traduzca en un laboratorio de “High Technology”; es que un locutor radial lea nuestras crónicas entre descargas de rock y arrebatos de salsa; es que de Tovar venga un libro, de Madrid un video y de Kansas una contribución solidaria (Thank you very much, brother Ed!); es que gente quinceañera y gente cuarentona se unan en acción y esperanza; y, en fin, es que se piense más en la utopía de la igualdad y la libertad, a la que algunos nos atrevemos a ver como el camino a seguir.

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