martes, 26 de octubre de 2010

¿Es posible construir la Revolución social sin la toma del poder político?


 Volin (V.M. Eichembaum), Anarquista ruso, 1882-1945


El poder político no es en si una fuerza. Es fuerte en la medida en que puede apoyarse en el capital, en la armazón del Estado, en el ejército, en la policía. Falto de esos apoyos, permanece suspendido en el vacío, impotente, inoperante...

Si la Revolución social está en gestación, de manera que el capital -suelo, subsuelo, fábricas, medios de transporte, dinero, etc.- comienza a pasar al pueblo, y el ejército hace causa común con éste, no hay que preocuparse del poder político. Si las clases vencidas intentarán por tradición formar uno, ¿qué importancia podría tener? Siempre sería un gobierno fantasma, ineficaz y fácilmente suprimible al menor esfuerzo del pueblo armado. Y la revolución, ¿qué necesidad tiene de gobierno y poder político? Su sola tarea es la de avanzar por la misma ruta popular, organizarse, consolidarse, perfeccionarse en lo económico, si es preciso  defenderse, extenderse y edificar la nueva vida social de las vastas masas, etc. Todo esto, en efecto, nada tiene que ver con un poder político. Porque todo esto es función normal del propio pueblo revolucionario, de sus múltiples organismos sociales y  económicos y de sus federaciones coordinadoras, de sus formaciones de defensa, etc.

¿Qué es en el fondo un poder político? ¿Qué es la actividad política? ¡Cuantas veces lo he preguntado a miembros de partidos políticos avanzados sin obtener jamás una contestación inteligible! Se puede llegar a saber lo que es la actividad social, económica, jurídica, administrativa, diplomática y cultural; pero ¿qué es una actividad política? Se pretende que es la actividad administrativa central propia de un país, luego poder político significaría poder administrativo. Pero ambas nociones no son de ningún modo idénticas, A sabiendas o no, se confunde política y administración, igual que se confunde Estado y Sociedad. La actividad administrativa es una parte importante de cualquier actividad humana como principio coordinador u organizador. En cada dominio, los hombres que poseen el don de organización deben ejercer normalmente sus funciones de organizadores, de administradores. Estos hombres, trabajadores como los demás, deben asegurar la administración de las cosas sin erigirse en poder político, el cual permanece indefinible, pues no existe función política específica en una comunidad humana y desaparece cuando las funciones reales son cumplidas por los servicios correspondientes.

...¿Acaso el poder hace vivir, actuar, y entenderse a los hombres? ¿Ha habido un poder que haya convertido a una sociedad en feliz, armoniosa y organizada? Al contrario, los períodos históricos con sociedades relativamente felices han surgido en épocas de débil poder político: la antigua Grecia, algunos períodos de la Edad Media, etc... El poder político ha surgido, dentro del proceso evolutivo de las sociedades humanas, por razones históricas determinadas, que hoy día no existen. Se pretende que para administrar se requiere de imponer y mandar con medidas coercitivas. Un poder político sería, pues, una administración central de un país con medios compulsivos. Sin embargo, un servicio administrativo popular puede recurrir, si es preciso, a medidas extremas, sin valerse de un poder político específico permanente.

Se afirma que los pueblos son incapaces de crear por si solos una administración eficaz. Se hallarán suficientes pruebas de lo contrario en el transcurso de este libro*. Si en plena Revolución social, los diversos partidos políticos quieren entretenerse en organizar el poder, el pueblo debería proseguir su tarea revolucionaria dejando aislados a los partidos. Si, después de febrero y octubre de 1917, los trabajadores rusos, en lugar de darse nuevos amos, hubieran continuado sencillamente su labor con ayuda de los revolucionarios, el poder político habría desaparecido. Los hechos desconocidos hasta ahora, revelados en esta obra, confirman dicha tesis. Esperemos que los pueblos empiecen a ver claro y no se dejen engañar por los políticos, que sólo son revolucionarios de salón.

*La Revolución Desconocida, publicado por 1ra. vez en Francia en 1946, exposición brillante sobre la presencia anarquista en la Revolución rusa y la degeneración del proceso transformador a manos de los bolcheviques. Este texto es un fragmento de su Introducción.

(Correo A # 28, p. 19; noviembre 1995)

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