domingo, 24 de octubre de 2010

Anarquismo en Venezuela: Historia y Actualidad


(Correo A # 19, pp. 8-9; mayo 1992)


La Historia

Rastrear con acuciosidad la incidencia del anarquismo en ideas y acciones de la historia venezolana es tarea por hacerse, que quizá no ha sido emprendida por cuanto ese impacto fue en general mas tardío y menos marcado que en la mayor parte de Latinoamérica. En otros lugares del continente se capta con fuerza a través de las luchas sociales, las publicaciones, las figuras y el debate de ideas; pero aquí el Socialismo Libertario es solamente matiz, referencia, esfuerzos aislados que en poco se han concretado.

   Aún cuando esa trayectoria es modesta, recordaremos sus hitos fundamentales. En el siglo XIX y en el primer tercio del actual hubo alguna curiosidad intelectual y hasta simpatías tolerantes con el ideal ácrata, pero sin nada parecido a un Flores Magón, un Barret, un Oiticica, un González Prada o a tantos otros brillantes exponentes de esta visión en el pensamiento continental. Solo cabe recordar por su afinidad libertaria al maestro y amigo de Bolívar, Simón Rodríguez (1769-1864), quien asumió lo mas avanzado del pensamiento de su tiempo, enfrentando rechazos y silencios de sus contemporáneos y la posteridad. Los pocos que en Venezuela exploraron la senda anarquista apenas dejaron referencia escrita al respecto y luego la abandonaron por el positivismo y el marxismo; si acaso mencionemos a Pío Tamayo, que en la cárcel instruía a los jóvenes luchadores antigomecistas en el “socialismo de Bakunin y Marx”, hasta pocos meses antes de morir en 1936.

En el terreno de las luchas populares, historiadores de la Guerra Federal (1859-1863) -la conmoción social mas importante en Venezuela entre la Independencia y la era petrolera- han destacado la influencia que tuvieron las ideas de Proudhon y el socialismo francés en Ezequiel Zamora (1817-1860), el General del Pueblo Soberano. El programa del federalismo zamorista es claro: “...horror a la oligarquía, libertad de hombres y tierras, igualación social”, y expresa una intención radical que solo pudo detener su asesinato, y como con Zapata en México, esa turbia muerte avivo hasta hoy el recuerdo colectivo del hombre y su ideal, que era el de los oprimidos.

Hacia 1900-1910, emigrantes anarcosindicalistas contribuyeron a que el germen de la organización obrera asomara a pesar del atraso económico, social y cultural. Esos esfuerzos, formación de mutuales y gremios, huelgas, propaganda, etc.)  se hacen algo mas notorios con el inicio de la economía petrolera (alrededor de 1920), pero era el momento en que el país sufría la larga y ominosa dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935) cuando se perseguía con saña todo lo que oliera a actividad sindical. Por lo tanto, la Venezuela de entonces no vivió aquella “edad de oro” del anarquismo y el anarcosindicalismo latinoamericano de 1890 a 1930. Los escasos y muy acosados militantes sociales dentro del país intentaban a tientas hacerse de una ideología que les orientase, sin la posibilidad de poder definir claramente opciones políticas, mientras que los exilados antigomecistas eran mayormente ajenos a influencias izquierdistas radicales. Entre las excepciones, el atractivo del bolchevismo ruso y su expansión internacional resulto demasiado fuerte para que el anarquismo ganase adeptos. Cuando la dedicada minoría de orientación marxista pudo regresar a la muerte del tirano, copó totalmente el campo de las ofertas modernizadoras y socialistas, ganando para su causa al puñado de lectores y discípulos clandestinos de la utopía libertaria, a quienes encontraremos después incluso entre los fundadores del PCV (1936) y Acción Democrática (1941), los partidos bajo cuyo control se dará casi todo el proceso de organización de masas en el segundo tercio del siglo XX.

En los años 40 y 50 llegan a nuestras costas exilados anarquistas españoles, que afrontan no solo el peso de la derrota en la Guerra Civil, sino un medio adoptivo donde sus ideas son rechazadas o vistas como excentricidad ibérica; aparte de que la perentoria necesidad de sobrevivir y adecuarse al nuevo ambiente de cerril autoritarismo político, impiden que en torno a ellos se organicen potenciales simpatizantes criollos. Sin embargo, los “gallegos” hicieron esfuerzos que deben reconocerse, particularmente después de 1958 cuando finalizan 10 años de dictadura militar. Se funda la Federación Obrera Regional Venezolana (FORVE) vinculada a la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) -la agrupación mundial anarcosindicalista, fundada en 1922-, se conforman algunos grupos específicos, se publican folletos y libros, se editan publicaciones periódicas, pero es poco lo que esta actividad trasciende fuera de los círculos mas concientizados de emigrantes peninsulares, de allí que la incidencia del anarquismo en los procesos sociales y el pensamiento de avanzada en los 60 y 70 es indirecta (por ejemplo, a través de la influencia del mayo francés de 1968) o inexistente. Con el paso de los años la militancia mengua por razones biológicas y no hubo el necesario relevo, así que al morir Franco y reaparecer públicamente la Confederación Nacional del Trabajo, los pocos veteranos que quedan se remiten aun mas a lo que ocurre en España.


El Ahora

La década de los 80 fue propicia para que una renovada atención por el Socialismo Libertario se hiciese sentir. La crisis de los partidos marxista-leninistas en Venezuela tenía su raíz en el fracaso de la estrategia insurreccional que propiciaron en los años 60, pero se va a profundizar después tanto por razones internas (divisiones y pugnas caudillistas, vergonzante cultivo del oportunismo, mansa integración subalterna en el sistema político, etc.), como por el impacto externo de la larvada crisis y súbito derrumbe de las burocracias del Este de Europa. Tal panorama lleva a que honestos y consecuentes activistas busquen nuevos marcos de referencia, examinando con otros ojos la alternativa libertaría. Libros y publicaciones ácratas encuentran nuevos lectores, en plan de revisar el desdeñoso y dogmático rechazo con que por años se despacho a estas ideas. Además, por diversas rutas se discuten y ponen en práctica iniciativas de corte anarquista en sindicatos, organismos vecinales, movimiento estudiantil, ecologismo, feminismo, etc., aun cuando sus propulsores no las reconozcan como tales. En términos generales, el descrédito y agotamiento de las formulas político-partidistas y de la corrupta democracia burguesa que padecemos, hacen que las ideas de Autogestión y Acción Directa adquieran para cada vez mas gente la categoría de soluciones plausibles.

Vivimos tiempos de crisis económica, social, cultural y política donde el anarquismo organizado debería encontrar posibilidades amplías de inserción en nuestra sociedad. Pero esa expectativa se ha visto limitada por varios motivos: la casi inexistencia de referencias históricas y organizativas conocidas, donde se pudiera cohesionar ese nuevo interés; el fracaso en poder articular instancias permanentes que coordinen y den continuidad y apoyo a las acciones de grupos e individuos; el compromiso mas bien teórico y vago con el cual algunos asumen el ideal, convirtiendo su florido egoísmo y antipatía en razón de conflicto entre compañeros; en fin, causas que vienen mas desde dentro que de fuera del propio movimiento. Así, iniciativas de propaganda y acción emprendidas en términos alentadores, acabaron melancólica y abruptamente sin consolidar lo que prometían, lo cual no solo es dañino para el anarquismo sino para todo el movimiento popular venezolano, que está llegando a un punto que requiere el aporte de los libertarios para proveer el soporte que hasta hace poco representó el marxismo.

Pese a los errores y dificultades, seguimos considerando válido el reto de edificar la alternativa del Socialismo Libertario para Venezuela y América Latina. Esa intención pervive y se manifiesta de muchos modos: en diversos lugares del país se han organizado grupos, unos con mas suerte y/o persistencia que otros; en actos de variada naturaleza (foros, charlas, reuniones) se discute sobre el Socialismo Libertario, sea en aulas, salas comunales o sindicatos; inquietos colectivos juveniles inician su camino entre el punk y la anarquía; fanzines, volantes y graffittis libertarios aparecen en varias ciudades; los nexos internacionales se hacen mas permanentes y diversificados; autores anarquistas empiezan a citarse en los medios intelectuales, especialmente a Ángel Cappelletti, estudioso argentino de la filosofía que reside en Caracas desde hace mas de 23 años, autor fecundo de libros, ensayos y artículos donde se examina con rigor y pasión la vigencia del ideal; también deben mencionarse otros dos escritores recientemente fallecidos: Víctor García -seudónimo de Germinal Gracia, militante español de amplía obra y muchos años de vida en Caracas- y Salom Mesa -autor del único libro ácrata escrito por un nacido en el país-. Así mismo está nuestra publicación CORREO A, iniciada en noviembre de 1987, que logra no solo subsistir hasta ahora sino que el tiraje va quedando pequeño para el interés creciente de los lectores.

   Una reflexión para concluir: esto se escribe en marzo de 1992, cuando el clima de protesta social y conflicto político en Venezuela anuncia inminentes hechos de significación, donde los anarquistas queremos ser parte en el sentido que sea mas positivo a nuestro pueblo. La cosa se ve venir, somos desesperadamente pocos, el reto es enorme y los medios escasos, pero con todo ... ¡AQUÍ ESTAMOS PARA QUEDARNOS Y HACER CAMINO!

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