martes, 26 de octubre de 2010

Colonialismo a la postmoderna


Una y otra vez, los socialistas libertarios repetimos que cada uno es responsable por si mismo y por todos los otros, y todos juntos somos responsables de cada uno. Una y otra vez insistimos en que si no resolvemos nuestros problemas por nosotros mismos, nadie nos los va a resolver de verdad. La actual situación parece mostrar que esta insistencia no es inútil, pues hacer oídos sordos a dicho consejo ha traído consecuencias que hasta no hace mucho eran inimaginables. Veamos a que me refiero.

Terminó la Guerra Fría, es decir, no hay más dos superpotencias disputándose el predominio en el planeta. El capitalismo de las transnacionales se impuso al capitalismo de Estado que se le enfrentaba. Mientras hubo esa oposición de dos polos, mucha gente y muchos gobiernos pensaron que podían re solver su destino coqueteando con unos u otros, en lugar de tomarse el trabajo de autogestionar su propio futuro, seguro que afrontando dificultades pero también inimaginables posibilidades. Pero, ¿ahora, qué? El resultado es muy lamentable. Al quedar sin referencia, sin proyecto propio, toda la agresión, la violencia y la frustración de estas sociedades sólo encontró salida -sin salir- hacia adentro. Nosotros somos un caso, con una ciudad (Caracas) que teniendo tres veces menos habitantes que Nueva York, sufre el doble de muertes violentas.

Pero los datos no se limitan a Venezuela. Desde el año 1989 han habido 82 guerras en el mundo, de las cuales sólo 3 han sido "internacionales" y 79 han sido conflictos internos, "guerras civiles", hechas dentro de las fronteras de un mismo país, con miles, millones de víctimas, y que lamentablemente no concluyen sino en "más de lo mismo", o lo que es peor aún, se llega justificar la intervención de los países poderosos, los mayores que saben resolver problemas de los pequeños. Ejemplos son muchos. En Ruanda los hutus masacraron a los tutsis, luego los tutsis masacraron a los hutus, que huyeron con sus fuerzas armadas preparándose para volver a ajustar cuentas con sangre. Mientras tanto, ambos bandos imponen el terror a miles y miles de refugiados. En total, 2 millones de muertos (ó 1 ó 3, quién sabe). En Haití, o invade EE. UU. o se queda la cruel dictadura de Cedras. En Cuba, Fidel y Clinton se divierten en una partida de ajedrez diplomático donde los peones están en balsa por el estrecho de Florida. ¿Y la ex-Yugoeslavia? ¿Y Afganistán? ¿Y la desmembrada Unión Soviética? ¿Y Somalia?, etc. etc. y el etc. es largo, pues lo cierto es que en cada vez mas lugares del planeta, el nuevo contexto mundial marcó la fractura grave y/o el derrumbe de estructuras institucionales que de modo patente evidenciaban esa condición parasitaria a la sociedad que los anarquistas denunciamos como inherente al Estado, que en las presentes circunstancias se presenta al desnudo cuando su razón de ser institucional básica, el viejo orden de relaciones internacionales, se disloca totalmente.

Dado este panorama, para muchos casi la única solución es que vengan los "gringos" o alguien de fuera a poner orden. En otras palabras, se está promoviendo en el 3er. Mundo la formación de una mentalidad "post-neo-colonial", que hace de la conquista y colonización algo deseado, en todo caso el menor de los males, no sólo para otros (alguien tiene que parar Sarajevo o Ruanda), sino para nosotros aquí mismo (¿no serían mejor media docena de eficientes bancos musiúes que el Latino y los 40 ladrones criollos?). En la marcha de la historia no está automáticamente asegurado el progreso; de hecho se pueden reproducir situaciones que creímos superadas para siempre, como volver a ser esclavos y colonia. La novedad está en que parece que ahora muchos desean esa condición voluntariamente, quizá porque no se ha sido lo suficientemente osados para crear nuestro propio futuro.

Douglas García
(Correo A, # 26, p. 12, septiembre 1994)

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